¿Se puede escribir con ayuda de una IA, pero sin que la IA nos reemplace? En esa búsqueda, un equipo de LAIA está desarrollando un prototipo de asistente, Calíope. El sábado 7 de junio, tuvo su primer test: unas veinte personas interesadas en explorar las posibilidades de la escritura asistida por inteligencia artificial generativa lo probaron en un ejercicio de escritura colectiva. 

Un conjunto de docentes, profesionales de la escritura y de la academia se reunió en la nueva sede de LAIA, en Villa Urquiza, para ver cómo era eso de una escritura con un asistente, no por un asistente. Florentina Guaita y Sebastián Adúriz explicaron brevemente cómo funcionan LAIA y Calíope, y después arrancó la jam. Entre mate y facturas, cada participante trabajó en su propio texto, con el estímulo de las preguntas que Calíope le ofrecía. 

Lo que diferencia a Calíope de chatbots sobre modelos de lenguaje como Chat GPT, Claude, Gemini o Grok es que, en lugar de escribir a través de prompts (instrucciones) generados por quien la use, ofrece preguntas con el objetivo de incitar o destrabar la escritura. Esas preguntas vienen de diversos prompts , diseñados a gusto de quien lo use. A modo de ejemplo, en el jam usamos un “prompt Hemingway”, que hacía preguntas orientadas a buscar el estilo del famoso escritor estadounidense; un “prompt asistente académico”, con la intención de ayudar a construir textos de investigación, y un “prompt de preguntas inesperadas”, quizás el más exitoso de todos, donde Calíope, a su manera promptea a quien escribe para llevarle más lejos. 

La otra gran diferencia entre Calíope y los chatbots de IA generativa más habituales es que nos propone vincularnos de otra forma con la tecnología. Es una interfaz diferente, alternativa, que busca otro tipo de colaboración entre personas y desarrollos de IA. 

Lo que hicimos como grupo 

Aunque el equipo de Palabras Cargadas -el espacio de LAIA dedicado a la exploración de modelos de lenguaje- ya llevaba varios meses probando Calíope, la jam del sábado 7 fue algo así como su (pre) presentación en sociedad. Cuando veinte personas se sentaron a dialogar con ella en un mismo espacio físico, nuestra “musa de la bella voz” cobró otra dimensión. Como todo en LAIA, Calíope va construyéndose en un proceso colectivo. 

Y colectivo fue el libro que quedó como testimonio de ese proceso. Algunas de las personas participantes se animaron a compartir ahí algo de lo que habían vivido con Calíope: en algunos casos, las preguntas que les hizo; en otros casos, el producto mismo de su escritura mestiza. Aquí compartimos ese Libro colectivo, una obra en proceso que nos infla el pecho. ¡Gracias!

La gente dice

En el cierre de la actividad hubo una ronda de reflexiones donde cada participante aportó sus impresiones sobre la escritura asistida por Calíope y donó propuestas de mejora. Acá mostramos solo una selección:

Lo que más agradecí es que me quitó en buena parte las angustias de la escritura. El temor a la página en blanco y al bloqueo. El hecho mismo que hubiera preguntas independientemente del contenido ya era valioso, además me gustaron las preguntas aunque fueron menos sorprendentes de lo que esperaba.

Me fue muy útil tener tres posibles asistentes, me gustó tratar de entender por dónde iba cada tipo de ayuda y tratar de dialogar con cada uno.

Me sentí cómoda, y acompañada. Quizá lo que más rescato es que no me resultó intrusivo, sino que puede hacer uso de la herrramienta para avanzar la acción en mi texto o notar mejoras que de otro modo hubieran requerido leerselo a otro.

¿Y ahora? El trabajo con Calíope recién empieza. Lo más hermoso es que puede ser lo que queramos que sea: asistente, compañerx, editorx, lectorx, y con las características que le queramos pedir, colectivamente y cada quien.